«Tu sabes sobradamente que las cosas cambian al igual que cambian nuestros estados de ánimo. Que todo lo que nos rodea cambia y que no hay nada estable. Pero también sabes que tu puedes ser un remanso de paz, y si no lo eres —somos— es porque no te paras —paramos— a reflexionar. Si pensáramos por un momento que estamos asidos firmemente a una roca sólidamente asentada que aguanta todos los embates y que si nuestras dudas no nos hiciesen aflojar aguantaríamos con la roca todos los temporales sin mengua alguna. ¿Te desaparecería el temor a los fantasmas? Esa roca es nuestra alma y tiene en sí más firmeza que la más firme de las rocas. Tratemos de elevarnos a ella.
Comprenderás que eres el eterno caminante que surge de un sombrío pasado y se dirige a un prometedor y luminoso futuro. Sería una crueldad para contigo misma estar anclada permanentemente en ese pasado sin ser consciente de la gloria que te está deparando el presente que, en sí, es solo la presa de un futuro lleno de luz. ¿Cómo puedes permitir que tu imaginación mal controlada vomite los fantasmas del miedo y que te haga perder la visión de este glorioso presente? Tu alma es la verdad y la vida, ella es el camino que ha de conducirte al Hogar del Padre. Y no pienses que no eres capaz de mantenerte firme junto a tu alma, porque TU eres el alma, la roca que aguanta sin menoscabo todos los embates”.
Rafael Conca Botella (1916-2013), Carta a Maite, 30 abril 2006, del libro “Buscando el camino”, página 105. Imagen: Meditando en Baba’s Rock, Mount Abu, Rajasthan, India, 12 febrero 2016 (Ignot Kachan)