Alguna vez hemos referido este sutra sobre la alegría.

La alegría como manifestación primaria del alma, como medicina infalible que todo lo cura.

La alegría y la búsqueda del bien, que podemos multiplicar una y otra vez.

La alegría por encima de la irritabilidad y de las pequeñas cosas que nos atrapan.

Incluso en la pérdida puede haber alegría: la de la dignidad, la del propósito, la de la comprensión de la esencia de la vida.

Podemos purificar el sendero, cada día, cada hora, cada minuto.

La alegría llegará entonces como torrente imparable, que nos recorrerá día y noche.

Vayamos a su encuentro.

Mediante la alegría, purificad el sendero.
Mientras seáis discípulos, aprended a dominar la irritabilidad.
Mis discípulos deben tener un ojo compasivo.
Contemplad el bien como a través de una lupa,
y minimizar diez veces los signos de la imperfección
para que no permanezcáis como siempre fuisteis.

Las hojas del jardín de Morya, sutra 32, 1924 Agni Yoga Society, Nueva York. Foto: niña en el dispensario medico de Pilkhana, Howrah, West Bengal, India, 2009