Muchos de nuestros hábitos afectan a nuestra salud.

No es infrecuente el descontento, a veces justificado pero tantísimas veces caprichoso.

Personas malhumoradas a la más mínima contrariedad, con rostros que expresan su disgusto y su indignación por todo lo que les contraría, sea esta contrariedad un asunto grave o leve.

Muchas personas están en este hábito, muchas veces sin saberlo: son prisioneras de unas redes que con el paso de los años se van concretando en una soga al cuello.

Pero hay los que eligen vivir en el contento, trabajando cada día por hacer lo que deben hacer, pero aprovechando cada vez que es posible contactar con la alegría de vivir que es el estado natural del alma. Por ejemplo, dando las gracias profundas en cada una de las comidas del día, y entendiendo, como los místicos, que cada bocado es un mensaje de amor del creador.

Estas personas ven la gloria allá donde otros sólo ven miseria y dificultades. Viven en otro plano y su discurso mental no está contaminado.

Cada vez hay más seres que eligen el contento como opción vital. Sus problemas siguen estando ahí, pero la percepción de los problemas es distinta. Empiezan a vivir en la cotidianeidad el gran milagro de estar vivo.

Estar en la corriente de la vida, como dice Aïvanhov, es la antesala para empezar a saborear la vida eterna.

La niña de la foto nos sonríe, quizás sin saberlo, desde esa vida eterna. Bendita ella, que refleja la Luz.

En el transcurso del día no veis ningún inconveniente en manifestar descontento, irritación por todo tipo de motivos más o menos válidos. ¿No sentís que con todos estos estados negativos, es vuestra vida la que se va y que entráis en una corriente de muerte? Pues sí, el primer grado de la muerte es el descontento, porque si no se toman precauciones, el descontento se transforma en pesar, y el pesar en dolor. Este dolor que primero sólo alcanza al plano psíquico, termina invadiendo el plano físico. Un día se convierte en enfermedad, y la enfermedad poco a poco acarrea la muerte. Entre el descontento y la muerte, las etapas son evidentemente numerosas, pero con el tiempo una conduce inevitablemente a la otra.

El contento, al contrario, os sitúa dentro de la corriente de la vida. Aquél que está contento se siente lleno de gratitud hacia el Cielo y vive en la paz; esta paz le da fuerza, la fuerza le da plenitud, y comienza a saborear la vida eterna.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos. Su obra está publicada en España por la Asociación Prosveta Española- www.prosveta.es. Foto: Rinki en la residencia de Anand Bhavan del programa “Colores de Calcuta”, Howrah, West Bengal, India, 30 enero 2011