En la meditación de Wesak de ayer se nos invitó a un segundo nacimiento.

Se nos invitó  a darnos la mano, a caminar en unidad.

Se nos invitó a desactivar el yo pequeño y mezquino para aflorar el yo grande inclusivo y amoroso.

Algunas fuerzas muy poderosas llaman a la desunión, a la distinción entre “lo mío” y “lo tuyo”, a enfatizar la dualidad “nosotros-vosotros”.

Sin embargo, la respuesta no es la separación, sino que es la unión, la integración, la síntesis.

Esa respuesta requiere humildad y voluntad de sanar. Observamos que las relaciones deben y pueden sanarse.

En Wesak nos elevamos sobre nosotros mismos y vemos la tierra, nuestro hogar, sin fronteras.

Es tiempo de caminar juntos, desde la individualidad consciente, en todos los ámbitos de la vida.

“Que cesen las divisiones externas”, proclamaba ayer Wesak.

Imagen: caminata silenciosa en el retiro de plena consciencia con Thich Nhat Hanh, El Escorial, 1 mayo 2014