Nuestro pensamiento de hoy es sólo una mirada.

En esa mirada podremos ver proximidad o abismo.

Si  miramos con cuidado, veremos que esas arrugas, ese sudor, esos ojos y ese surco de la vida son también nuestras arrugas, nuestro sudor, nuestros ojos, el surco de nuestra vida.

Esa alegría, ese sufrimiento, son también nuestra alegría, nuestro sufrimiento.

Si nos quedamos en lo superficial, puede que solo reparemos en la diferencia, en el abismo. Seremos entonces más proclives a dar credibilidad al que nos dice (todos los días): “es tu enemigo, viene a por ti”.

Hay culturas en las que las miradas se encuentran. En otras es muy difícil hacer contacto con los ojos, que se rehuyen.

Cuando las miradas se cruzan, uno puede intentar descubrirse, encontrarse, en lo profundo de los ojos del otro.

Hay siempre un trabajo a hacer y un ser humano al que descubrir.

La mirada nos da muchas oportunidades cada día.

Foto: hombre en Vanarasi, India, abril 2010