En uno de sus hermosos cuentos Borges escribió que vivimos postergando lo impostergable.

El ruido y las actividades externas llevan a postergar el encuentro con nuestro verdadero Yo, y en muchas vidas ese encuentro nunca se produce.

Vivimos hasta el límite la máscara que es la personalidad, sin ser conscientes de su finitud, de su transitoriedad.

El Ser nos llama quedamente, pero no podemos escucharle porque vivimos la vida de la distracción y del conflicto, en vez de la de la consciencia y la armonía.

Ese es el estado de la situación de gran parte de la sociedad, en cuyas relaciones predomina el garrotazo verbal y físico.

Pero podemos salir de ese estado gris, triste, realmente penoso.

Hay un trabajo gigantesco que se está realizando en el universo, nos dice hoy el pensamiento.

Los que se incorporen a ese trabajo vivirán la plenitud.

Contemplad la salida del sol, dejaos absorber por esta vida, por este resplandor. En este brotar de luz, en este resplandor que es una expresión del esplendor divino, iniciad la búsqueda de vuestro verdadero Yo. El día que lo descubráis, el día que aprendáis a identificaros con él, sabréis que nunca habéis dejado de vivir en la plenitud, en el amor, en la luz, y que con vuestra vida y vuestras actividades, podéis participar en el trabajo gigantesco que se está realizando en el universo.

Omraam Mikhäel Aïvanhov,  Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Foto: madre e hijos Calcuta, marzo 2010.