Nos habla hoy Aïvanhov de vivir cada día según las leyes divinas.

Significa otra forma de vivir, liberados del ruido incesante y banal del vivir mecánico.

Volverse vivo es despertar a las manifestaciones infinitas de la vida a nuestro alrededor; maravillarse sin cesar, contemplar siempre a los seres y a las cosas como si fuera la primera vez.

Podemos tomar consciencia de toda la vida que existe a nuestro alrededor para respetarla como una manifestación de la vida divina.

Los humanos desperdiciamos nuestra breve vida buscando ventajas y satisfacciones que nunca son tan importantes como la vida misma, pero que creemos que son la vida.

Cada día podemos formar un eslabón sólido, pleno. O permanecer en el espejismo, ser un corcho en el océano.

El día de hoy puede ser un monumento si lo vivimos de acuerdo a las leyes divinas, desde cada pensamiento a cada acción.

Y cuando hemos vivido un día pleno de lo divino, el camino ya no se pierde y nos acoge siempre.

Esforzaos en vivir bien el día de hoy, porque el mañana todavía no existe y, preocupándoos por él, es como si os lanzarais a un vacío donde corréis el riesgo de perderos. Debéis trabajar sobre el día de hoy, porque éste no muere, no hace más que prolongarse, y al prolongarse se convierte en el mañana.

Jesús dijo: «No os preocupéis por el día de mañana, porque el día de mañana se ocupará de sí mismo.» Esta parábola nos obliga a meditar sobre la idea de duración, de continuidad. Aquél que fabrica una cadena debe procurar la solidez de cada eslabón, porque si un solo eslabón es frágil y se rompe, de nada sirve que los demás aguanten firmemente: se rompe el conjunto. Debemos pues vivir cada día según las leyes divinas, para convertir este día en un eslabón sólido para que la cadena no se rompa. El día de hoy es un nuevo eslabón que debe añadirse a los demás y es en este eslabón en el que nos debemos concentrar.

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos. Editorial Prosveta. Foto: niño en la unidad de desnutridos del dispensario de Pilkhana, Howrah, India, 31 enero 2011. Autor: Teófilo Calvo