Hoy se nos invita a imbuirnos de un alto ideal, a vivir en pureza.
El mundo es contaminante y con frecuencia nuestras conversaciones crean y participan de esa contaminación.
Los medios de comunicación, que marcan los temas de debate, centran una gran parte de su atención en las emociones y comportamientos más bajos.
La llamada a la belleza espiritual en el pensamiento de hoy, una belleza constituida de pureza, de luz y armonía, es una llamada a emanciparnos.
Es triste ver cómo los humanos nos degradamos cuando podríamos aspirar a la realeza, a caminar erguidos como deidades.
En nuestra mano está emanciparnos o continuar inmersos en la gran basura que televisiones y otros medios difunden a diario.
Cuando aspiramos a ese ideal, nos dice Aïvanhov, un vestido sutil se teje a nuestro alrededor.
Porque todo son alegorías de verdades muy profundas, que lamentablemente hemos ignorado durante siglos.
Para muchos es tiempo de trabajar en silencio, con la mejor voluntad, teniendo siempre en el horizonte el ideal más alto.
¿Queréis corregir ciertas debilidades? ¿Queréis lograr dominar ciertas tendencias instintivas? Sólo lo lograréis si desarrolláis en vosotros el amor hacia un alto ideal. ¿Qué es un alto ideal? Una aspiración a la belleza, la belleza espiritual que está constituida de pureza, de luz, de armonía. Contempláis esta belleza, y naturalmente, espontáneamente, os libráis de todo lo que es nocivo, oscuro, caótico. Este amor por la belleza os protege, como un vestido que no desearíais ensuciar. Cuando os ponéis vestidos nuevos, o unos que os gustan en especial, no realizáis actividades que podrían rasgarlos o mancharlos; instintivamente prestáis atención con vuestros gestos, en los lugares donde os sentáis. Pues bien, así es: si decidís cultivar en vosotros el gusto por el mundo de la belleza y el deseo de acercaros a ella, sentiréis cómo poco a poco se teje a vuestro alrededor una especie de vestido sutil que querréis proteger, y así, seréis vosotros mismos protegidos.
Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86), “Pensamientos cotidianos”, Editorial Prosveta. Imagen: “And we labor” (1922), pintura de Nicholas Roerich