En el pensamiento de hoy encontramos una poderosa herramienta de prevención y de curación.

Nos invita a pensar en la luz para encontrar el equilibrio y la paz, esos estados que se escapan a cada instante.

Dirigiendo nuestra mente, nuestros pensamientos pueden ser elevados y proyectarnos a las regiones de la luz.


Una forma, por ejemplo, es la práctica de la bendición, que poco a poco convierte cada acto de la vida cotidiana en un acto consciente (y sagrado).

Es entonces cuando la magia empieza su trabajo, cuando trascendemos nuestra consciencia habitual para vivir desde la supraconsciencia.

Y así atrayendo la luz alcanzamos cada célula, que dentro de nosotros se vuelve más viva.

Ese es el regalo que se nos ofrece hoy.

«Cuando os sintáis inquietos, turbados, el único medio verdaderamente eficaz para volver a encontrar el equilibrio y la paz es entrar en contacto con la luz. Quizá diréis que ya lo habéis probado sin obtener grandes resultados, mientras que absorbiendo algunas píldoras o ciertas pociones experimentáis una mejora inmediata, y no queréis perder vuestro tiempo con unos métodos cuyos efectos son tan lentos. Pues bien, aunque vuestras constataciones sean exactas, vuestras conclusiones son erróneas.

Cómo no obtenéis resultados espectaculares con los métodos de la luz, creéis que son ineficaces. No, es simplemente que todavía no habéis aprendido a trabajar. Os contentáis con pensar un poco en la luz, así, de vez en cuando… Y entonces, claro, ¿qué queréis obtener con ello? Pero aprended a vibrar al unísono con ella, a atraerla hacia vosotros, a hacerla penetrar hasta en la más pequeña de vuestras células, a que se vuelva cada vez más viva en vosotros, y entonces constataréis que ningún poder iguala al de la luz.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta.  Imagen: Playa de Gavà, Barcelona, 2 febrero 2015 (Xènia Pallarès)