El ser humano tiene dos realidades, la consciente (Yo superior, alma) y la inconsciente (yo inferior, personalidad, ego).
La segunda es la que predomina durante largo tiempo.
Los Maestros, con Jesús y Buda a la cabeza, nos enseñaron la posibilidad de integrar ambas, haciendo de la personalidad instrumento del alma.
Se nos dice que un día comprenderemos (que quitaremos los velos) para ver la realidad.
La realidad, se nos anticipa, nos permitirá ver la unión de todo y de todos.
El daño que yo te hago es el daño que yo me hago.
El bien que yo te hago es el bien que yo me hago.
Un día comprenderemos.
«Ponéis un pañuelo dentro de una caja perfumada: algún tiempo después, cuando lo sacáis, también estará perfumado. Pues bien, sabed que lo mismo sucede con vuestra vida psíquica: se impregna con las emanaciones de todos los temas en los que habitualmente os sumergís, y si son temas nauseabundos, no os sorprendáis de que estas mismas emanaciones un día se desprendan de vosotros. No toméis lo que os digo a la ligera, éstas son unas leyes que es preciso conocer y saber aplicar.
Tened cuidado con los libros que leéis, con las películas y los espectáculos que contempláis, con las conversaciones en las que participáis, porque nada de esto queda sin consecuencias. Esforzaos en interesaros en temas profundos y educativos; aunque de momento superen vuestra comprensión, un día comprenderéis. Existe en vosotros un ser omnisciente que, poco a poco, os iluminará sobre aquello que de momento aún no podéis comprender.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos. Editorial Prosveta. Imagen: Camino de Santiago, entre Sarria y Portomarín, 4 de junio de 2015