Hoy se nos invita a concentrarnos en las riquezas eternas e indestructibles y a “acumular partículas preciosas y luminosas”.

Nuestro patrón de pensamiento sigue dominado por la identificación con la materia.

Insistimos en la imposibilidad de conciliar los dos mundos, el de la prosa y la poesía, los separamos en compartimentos estancos y al final de nuestra vida solo hemos estado en la prosa.

El Reino de Dios, nos han dicho, está aquí y ahora para el que quiera quitar los velos.

Quitar los velos supone transitar hacia el mundo de la consciencia y desde ahí al de la sabiduría.

Insistir en la ignorancia o caminar hacia la sabiduría, esa es la invitación para hoy y para cada día.

«Puesto que hemos venido a la tierra para muy poco tiempo, no vale la pena despilfarrar nuestras fuerzas en busca de honores, de títulos, de posesiones que deberemos necesariamente abandonar cuando la dejemos. De lo primero que debe tomar conciencia, un discípulo de una Escuela iniciática, es de que, cuando se muera, deja todas sus adquisiciones materiales, exteriores… Y una vez que ha tomado conciencia de ello, procura concentrarse en las riquezas eternas, indestructibles, y hacerlas fructificar hasta su partida del plano físico. De esta manera acumula en sus cuerpos sutiles unas partículas preciosas, y cuando deja la tierra, se va directamente a las regiones en las que ha tomado estas partículas. Porque es una ley: si atraéis hacia vosotros una abundancia de partículas luminosas, os veréis obligados, un día, a ir a las regiones de luz de donde éstas han venido. A causa de la ley de afinidad, seréis introducidos por estos materiales mismos en las regiones celestiales, y pasaréis una eternidad feliz descubriendo los esplendores del universo.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86) , Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta.  Imagen: Camino de Santiago, con Finisterre al fondo, 10 de junio de 2015