Todo lo demás es probablemente una distracción, una excusa.
Tenemos tanto trabajo por delante que mirar afuera , a lo que hacen los demás, es perder el tiempo.
El trabajo sobre nosotros es el que debe merecer la mayor atención, para convocar lo mejor nuestro a este mundo necesitado.
Día tras día. Nuestra cumbre.
Convocando lo mejor, aflorando lo más alto, iremos poco a poco demostrando en la práctica que otra forma de vivir es posible, y que desde el centro, desde la esencia, es posible soñar y trabajar por los ideales más elevados de la humanidad.
Ese puede ser nuestro estandarte. Llevémosle con la mayor alegría.
¿Deseáis sinceramente ayudar a los demás a que mejoren? Evitad criticarles y no les sermonenéis, sino comenzad por mejoraros vosotros mismos. Sólo vuestro ejemplo les mostrará que se equivocan, que obran mal. Sí, vuestro ejemplo. Porque cuando trabajáis en vosotros mismos, estáis trabajando sobre los demás: se dan cuenta de que poseéis unas cualidades que ellos no poseen, y es esto lo que les mejora, porque comprenden las ventajas que obtendrían imitándoos. Aquellos que se ocupan de las debilidades y de los vicios de los demás, se vuelven apagados, antipáticos, como si estos defectos de los que hablan terminaran influyendo sobre ellos, y esto es lamentable, son dignos de lástima.
Comenzad pues mejorando vosotros mismos, y dejad tranquilos a los demás. Aceptadles, sed pacientes, trabajad noche y día sin parar para mostrarles todo lo que unos esfuerzos sinceros permiten adquirir. Puesto que aún no lo saben, no les enseñaréis con palabras, sino con vuestro ejemplo.
(Omraam Mikhaël Aïvanhov 1900-86. Pensamientos cotidianos www.prosveta.es. Foto: Javier León con los niños de Zway. Etiopía, octubre 2009)