Volvemos hoy al silencio.

En el silencio todo se ordena, aunque el mundo siga desordenado.

En el silencio la palabra se renueva y nos limpiamos por dentro.

En el silencio, sobre todo en el alba, es más fácil contactar con el Mundo Sutil.

Surge entonces el convencimiento de que es esencial contactar con ese mundo cada amanecer para recargar la batería del amor y del propósito.

Pues la batería se apaga por la cerrazón de las mentes humanas, por lo correoso de los humanos, que elegimos zafiedad en vez de belleza. Nadie dijo que la tarea de abrir las mentes fuera fácil. Por eso hay que recargarla.

Estar en silencio para preparar el encuentro con el Amado, como nos dice bellamente el Bhagavad Gita. Y la preparación es algo muy gozoso, como cuando de chicos teníamos una cita importante y empezábamos a soñarla días antes.

A ese encuentro hemos de llegar limpios, renovados, puros de pensamiento: todos los días. Para ello hay que prepararse ya desde la tarde, anticipando ese encuentro. Y ya desde la tarde es bueno ese silencio reparador: físico y mental.

El silencio es la llave para acceder a otros mundos que también están aquí.

Foto: caminantes en Ahmedabad, Gujarat, India, 30 abril 2009