Hoy se nos hace maravillosa invitación.

El viejo paradigma nos invita al poder, al dinero, a los placeres.

El nuevo mundo nos llama a ser seres de pureza, de luz, de inteligencia, de bondad, de amor…


Entre ambos hay un abismo: el primero perpetúa el valle de lágrimas, el segundo el cielo en la tierra.

El viejo paradigma es un círculo vicioso, según giramos una y otra vez hacemos un surco que se convierte en alta muralla.

Sin percibirlo, nos hacemos prisioneros en nuestra propia cárcel.

El nuevo paradigma nos lleva al esplendor.

Nos susurra: “caminad hacia la plenitud”.

«Así pues, concentraos, escoged la virtud que os atraiga más y trabajad con ella. Más tarde, trabajaréis también con las demás virtudes, porque debemos llegar a ser perfectos como nuestro Padre Celestial, debemos llegar a ser seres de gran pureza, de luz, de inteligencia, de bondad, de amor, de poder, de belleza…

Vale la pena, pues, venir a la salida del sol para tender, con todas nuestras fuerzas, con toda nuestra energía, hacia semejante ideal… Mirad qué ideal os dan los hombres: el dinero, los placeres, la rebeldía. Aquí camináis hacia el esplendor, hacia la plenitud, hacia la verdadera riqueza… Si abandonáis estas maravillas para seguir filosofías extravagantes, ¿dónde está vuestro discernimiento?”.

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Los esplendores de Tipheret, El sol en la práctica espiritual, tomo 10 de las Obras Completas, página 51, Editorial Prosveta. Foto. Camino de La Pedriza, 15 de diciembre 2013 (Fermín Tamames)