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Nuestra vida interior es un espacio que podemos reacondicionar continuamente.
El mundo nos lleva de continuo a situaciones de falta de armonía, pero podemos ser vigilantes de nuestros pensamientos y nuestros sentimientos para no vernos arrastrados hacia ellas.
Con esa vigilancia siempre presente, el realineamiento de la vida interior es siempre posible.
Poner nuestro entero ser en consonancia con la vida ilimitada, con la vida cósmica, nos dice Aïvanhov, es factible.
Trascendiendo nuestro yo y sus pequeñas circunstancias, existe un mundo más vasto: el de la vida universal.
La armonía existe en este mundo aparentemente caótico. Es un estado interior que cada uno puede crear y recrear.
Armonizarse con la vida universal, he aquí un hermoso recordatorio.
Poned la palabra «armonía» en el corazón de vuestra existencia, conservadla como una especie de diapasón, y cuando os sintáis un poco inquietos o preocupados, tomad este diapasón y escuchadlo para poner todo vuestro ser en consonancia con la vida ilimitada, la vida cósmica.
¿Decís que ya lográis armonizaros con vuestra familia, vuestros amigos, vuestros vecinos, vuestros compañeros de trabajo?… Está bien, pero no basta. Podéis estar en armonía con vuestra familia, con la sociedad, pero en desarmonía con la vida universal, y entonces, poco a poco, esta disonancia se infiltra en vosotros y corroe vuestro organismo psíquico. Esforzaos a partir de ahora en armonizaros con la vida universal; esa es la que os aportará la salud, la belleza, la luz, la alegría, y esa es la que, por dondequiera que vayáis, hará de vosotros un factor de armonía.
Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos. www.prosveta.es. Pintura de Nicholas Roerich: “St. Sergius Chapel”, 1936