Hoy se nos dice que nuestro futuro es alegría y luz.

El ser humano sin embargo siempre está proyectando desgracias y dificultades.

Los medios de comunicación, especializados en amplificar lo oscuro, no contribuyen sosiego, y el pesimismo vital y la confusión se extienden como mancha de aceite.

El tiempo que nos toca vivir tiene sus dificultades, como todos los tiempos. Pero objetivamente estas dificultades son muy inferiores a las de otros tiempos.

Ante nosotros tenemos la opción de la claridad. Lo que ocurre en nuestro interior nos pertenece, y allí dentro podemos conservar la mayor claridad y luz.

Si: cada día en nuestro interior podemos crear el mundo que nosotros elijamos.

Podemos elegir el de la agresión, el pesimismo vital y el del griterío. Pero también el de la alegría y de la luz.

La frase del antiguo mantram es muy profunda: yo elijo amar en vez de odiar, yo elijo servir en vez de exigir servicio.

La vida se abre a sus infinitas posibilidades.

El pasado se os escapa y todavía no tenéis el futuro. Sólo el presente os pertenece, se halla en vuestras manos como una materia prima para modelar. Tenéis un minuto, una hora, un día… Este minuto, esta hora, este día os pertenecen, esforzaos en vivirlos en la claridad. Cuando hayáis despejado el espacio entre vosotros y el mundo divino, podréis decir que el futuro también os pertenece.

Vuestro futuro es la alegría, la luz. Y no os dejéis influenciar por aquellos que sólo predicen dificultades, desgracias, porque ignoran lo que es verdaderamente el futuro ni cómo crearlo. Las desgracias son el pasado y no el futuro. Para presentarse,  el futuro, es decir, vuestro verdadero futuro de hijos y de hijas de Dios, espera que el pasado sea borrado. Pero esto no significa que el futuro no esté en marcha. En realidad, está vivo, ya está aquí: lo estáis creando.

Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86),  “Pensamientos cotidianos”, Editorial Prosveta. Imagen: “Legend” (1923), pintura de Nicholas Roerich