Desde la materia en la que nos manifestamos, se nos escapa la realidad de quiénes somos.

Algún día, se no dice, despertaremos y entenderemos que lo que creíamos realidad era un sueño.

Las fuerzas de la ilusión o maya son muy potentes, y nos tienen atrapados en la irrealidad.


El sueño es sumamente profundo y mantiene la identificación permanente con el yo inferior.

Los medios para salir del sueño están inscritos en nuestro interior.

Para salir del sueño, hay que contactar con lo divino en nosotros, que yace en nuestro interior como si fuese ajeno.

Nos dice Aïvanhov: “poco a poco, la conciencia de nuestro yo limitado se unirá a la conciencia de nuestro Yo superior, y en esta unión se producirá un día el verdadero despertar”.

Es tiempo de despertar de tan largo sueño para liberarnos en vida.

La consciencia del Yo superior anhela ser descubierta.

«La existencia terrestre sólo es para los humanos un largo sueño poblado de ensueños más o menos agradables. Un día cuando despierten, se preguntarán cómo pudieron creer que lo que vivían era realidad. Si están aquí debatiéndose en la materia, es porque tienen un trabajo a realizar. Cuando vuelvan al otro mundo, aún reconociendo que no era realidad, ¡deberán admitir que este contacto cotidiano con la materia les ha obligado a desarrollar todas las facultades que han recibido del Creador!

Por el momento sólo somos el sueño del Ser divino que hay en nosotros. Dormimos, pero incluso durmiendo debemos también preparar nuestro despertar. Y lo preparamos concentrándonos en nuestro Yo superior, tratando de identificarnos con él. Poco a poco, la conciencia de nuestro yo limitado se unirá a la conciencia de nuestro Yo superior, y en esta unión se producirá un día el verdadero despertar”.

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: “Señal” de John Stanmeyer, Premio World Press Photo 2013