El pensamiento de hoy nos invita a quitarnos peso, a sustituir carga inútil por carga útil.

Hablamos hoy del camino de regreso al mundo luminoso del que venimos, que es el del espíritu.

Cuando hay consciencia de ese mundo hay percepción de la vida inmortal y también de la fraternidad.

Es el camino de la iniciación, del regreso.


Es largo el camino de vuelta, perfeccionando la materia y reparando los errores, por virtud de la ley de la causa y efecto o karma.

Cuando uno es consciente de la ley del karma, percibe con claridad que lo que está haciendo al otro se lo está haciendo en realidad a si mismo.

Todos sin excepción nos encontraremos de frente con la calidad de nuestros actos.

La cosecha será distinta cuando sembramos amor y sabiduría.

Bienaventurados los que así siembran.

«La Iniciación es un trabajo de memoria. La actividad del discípulo de una Escuela iniciática sólo tiene sentido si comienza intentando recordar el mundo luminoso de donde descendió y hacia el cual debe regresar un día. Gracias a las verdades y a las influencias positivas que recibe y con la ayuda de entidades luminosas del mundo invisible, vuelve a encontrar en él las huellas de ese Paraíso perdido, y esto es para él la mayor bendición.

Pero también debe recordar todos los sufrimientos que ha soportado, e incluso todos los errores que cometió, todas las deudas que contrajo, porque un día deberá reencontrar a todos los seres que dañó con el fin de reconciliarse con ellos y reparar sus culpas para liquidar su karma. Esta es la tarea que le espera al discípulo, es la tarea que nos espera a todos. Sólo aquél que logre corregir todos los errores que cometió y reparar el mal que hizo, será admitido definitivamente en la asamblea de los hijos de Dios.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: cerezos en mayo de 2013 (Maribel Rodríguez)