Aïvanhov nos habla hoy de algo muy práctico.

El saludo es una ocasión de trabajar por el bien, de transmitir vida.

Pero el saludo es con muchísima frecuencia algo mecánico, rutinario, carente de toda vida.

Más que eso, a veces el saludo es sólo transmisión de oscuridad y confusión.

Pero el saludo puede ser un trabajo elevado, transmisor de vida.

Muchas ocasiones tenemos al día para utilizar la maravillosa herramienta de saludar desde la vida, transmitiendo amor.

Si, el amor puede estar en los ojos, en las manos, en la mirada que abarca al mundo entero.

Cuando ese saludo es el nuestro, poderosos cambios empiezan a trabajar en nuestro interior.

Tenemos tantas oportunidades de trabajar por la luz.

Saludaos unos a otros con consciencia, con mucho amor en vuestros ojos y vuestra mano, y proyectad ese amor en beneficio de todo el mundo.

Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86). Foto: Omraam Mikhäel Aïvanhov