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El pensamiento de hoy tiene dos ideas centrales.

La primera es que todo gesto armonioso hecho con amor, consciencia y convicción introduce en nuestro interior una fuente benéfica que llega a cada célula. Esto es aplicable a cada gesto diario, desde lavarnos la cara al levantarnos hasta nuestra presencia en la firma de un contrato.

La segunda idea, consecuencia de la primera, se refiere al orden interno de nuestras células, a su polarización, que se perfecciona a través del amor.

Volvemos así al amor, en su acepción pura, desnuda, despojada de todo interés.

Es difícil en este mundo, todos lo sabemos, pero en algún momento hemos sentido una chispa de lo que es.


Al hablar de amor puro podemos evocar la mirada de Jesús.

Cada cual deberá decidir a qué renuncia para empezar a enfilar (lejanamente) esa idea de amor.

La medicina infalible es ese amor. Poco a poco, con la práctica, esa idea lejana de amor va entrando en las venas, en cada célula…

Todo lo demás es un sucedáneo.

«Las capacidades intelectuales del ser humano no son únicamente el producto de sus estudios y de sus reflexiones, son también la consecuencia del buen o mal estado de todas las células de su organismo físico. Debe pues mostrarse atento vigilando la calidad de su alimento físico, pero también psíquico (sus sensaciones, sus sentimientos, sus deseos, sus pensamientos), porque es así cómo se abrirá a las revelaciones más grandes. Incluso todos los gestos armoniosos que se esfuerza en hacer con amor, conciencia y convicción, introducen en su cuerpo una corriente que, atravesando sus células, las magnetiza de manera que sean polarizadas correctamente.

La polarización es una de las leyes fundamentales de la vida. Todo lo que existe posee un polo positivo y un polo negativo. Dentro de nosotros, idealmente, nuestras células obedecen a esta ley, el polo positivo de cada una de ellas frente al polo negativo de la célula vecina, y así sucesivamente… ¡Cuántos trastornos y malestares proceden del hecho de que las células no están correctamente polarizadas! Estos trastornos, estos malestares se curan mediante el magnetismo. Y ¿cuál es el verdadero magnetismo? El amor. «

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: niño en el paso de Jianghotan (Bhutan), 12 mayo 2010