Son prisiones oscuras, aunque no seamos muy conscientes de ello.
Pero también tenemos la llave para liberarnos de ellas, para abrirnos a otros espacios.
Se requiere reconocer nuestros muchos errores y levantarnos cada vez que erramos, porque errar es humano.
Levantarse con la mirada puesta en un punto de superación. Con pautas simples, como las que hoy nos regala el Dalai Lama.
Poco a poco iremos conociendo mayores dosis de libertad y podremos ayudar en la gran tarea.
Renuncia a tus envidias, olvida tu deseo de triunfar por encima de los demas. Con amabilidad, con valentia, con la confianza de que al hacerlo te aseguras el exito, acoge a los demas con una sonrisa. Se claro y directo. Y procura ser imparcial. Todo esto no te lo digo en calidad de Dalai Lama, ni por ser una persona dotada de poderes espirituales. No los tengo. Te hablo solamente como un ser humano; como alguien que, igual que tu, desea ser feliz y no sufrir.
El Arte de Vivir en el Nuevo Milenio, Dalai Lama, 199, p.245. Foto: paisaje en Mongolia, junio 2007, original de Javier León