Los elementos sutiles están ahí, para que los contactemos y recibamos, como en una comunión.

No ocurrirá si nuestra mente permanece siempre en lo mundano y en lo banal.

Permanentemente podemos abrir nuestro interior a fuerzas renovadoras y poderosas.

Significa que podemos abrirnos y prepararnos para recibir los tesoros eternos.

Porque una vez que nos abrimos a las corrientes sutiles, todo lleva a que estemos en otro plano.

Aïvanhov nos habla de gozar de la paz y la alegría si profundizamos en las leyes y misterios de la naturaleza.

Si: abrir las puertas para que entre la vida, desde nuestra naturaleza superior, alejados del ego.

Poco a poco, cada día nos llevará a un bello despertar.

Asistís a la salida del sol… Si dejáis que vuestro pensamiento vagabundee, siempre extraeréis algunas ventajas físicas de su calor y de su luz, así como de la pureza y el frescor del aire de la mañana; pero no más: no recibiréis ninguno de los elementos sutiles que pueden ayudaros en vuestra evolución espiritual. Si al contrario sois conscientes de que a través de sus rayos el sol os transmite su vida, su amor, su sabiduría y su belleza, os preparáis a recibirlos; abrís en vuestro interior miles de puertas a través de las que estos rayos pueden entrar a depositar sus tesoros. De este modo es como el sol llena todo vuestro ser con sus beneficios.

He aquí porqué es tan importante ser conscientes de lo que representa el sol: gracias a esta conciencia, podréis recibir elementos que os ayudarán a profundizar en las leyes y misterios de la naturaleza, a gozar de la paz y de la alegría.

Omraam Mikhäel Aïvanhov,  “Pensamientos cotidianos”, Editorial Prosveta. Pintura de Nicholas Roerich “Tidings of the eagle” (1927)