El pensamiento de hoy nos sirve para reflexionar sobre lo que estamos cultivando en nuestra vida.

El ritmo de vida es tan acelerado y absorbente que en mayor o menor medida todos tenemos un mucho o un poco de autómata.

Hay muy poco espacio para mirar con asombro a este milagro que es la vida y menos aún con respeto.


No hay espacio apenas para mirar al otro como prójimo.

La cultura imperante sigue llamando a la competitividad e individualismo extremos, creando conductores siempre crispados que insultan a otros conductores siempre crispados y que también insultan.

Así, en las sociedades modernas hay muy poco espacio para cultivar el amor y la compasión.

Y sin embargo el Buda y Jesús nos dicen que en realidad es lo único importante, y que es la única puerta hacia la liberación.

Cada uno de nosotros tiene que decidir qué cultivar.

«Como un madre, que protege a su hijo, su  único hijo, con su propia vida, así debemos cultivar un corazón de amor y compasión ilimitados hacia todos los seres vivientes”.

Palabras de Buda Sakyamuni, según recoge Anagarika Govinda en “El Camino de las nubes blancas” (1966), Editorial Eyras 1981. Imagen: Parc Natural Montseny, Barcelona, 1 febrero 2015 (Xènia Pallarès)