Nos habla hoy Aïvanhov de dar a nuestra alma mayores posibilidades de expresarse.
Nuestro entorno llama con frecuencia a la personalidad. Llama a los mismos deseos y pasiones que siempre han movido el mundo.
Constituyen el maya, la ilusión, lo que nosotros creemos que es la realidad. Nos atascamos en ellos, sin apenas progresar, una y otra vez. Es la rueda de la ignorancia.
Pero ante nosotros se abre también el vasto mundo de lo esencial, al que accedemos desde otro plano.
Cuando se pone a lo superfluo en su sitio, lo esencial surge entonces incondicionado, pleno.
En la plaza pública todo se dirime a gritos y a navajazos. Pero hay un lugar en nuestro interior donde pueda haber pensamientos y conversaciones profundos, que es donde habita la semilla divina.
Cuanto más reduzcamos la personalidad ruidosa, más surgirá la esencia que es el alma.
Aprender y vivir cosas esenciales: la vida nos ofrece ese privilegio.
Todas las prácticas que se observan en una Enseñanza espiritual, la meditación, la oración… tienen un único fin: reducir la importancia de la personalidad para dar a la individualidad (el alma) mayores posibilidades de expresarse. Y en esto consiste el verdadero silencio. Tener silencio en el plano físico es fácil, basta con cerrar las puertas y las ventanas, o con taparse los oídos. Pero realizar el silencio en los pensamientos y los sentimientos, es mucho más difícil. Porque el mundo interior de los humanos es semejante a una plaza pública en donde llega mucha gente a la vez para manifestarse y formular reivindicaciones.
Si venís a una Escuela iniciática, es para aprender cosas esenciales y no es para otra cosa. Y una de esas cosas esenciales es, precisamente, realizar el silencio interior, acallar todas estas discusiones, todas estas luchas, todas estas revueltas provocadas por los pensamientos, los deseos y los sentimientos mal dominados, y recibir finalmente la verdadera respuesta a las preguntas que os planteáis, la respuesta de vuestro Yo divino.
“Sois dioses”, Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), p. 115 de la versión en español, Ediciones Prosveta. Foto: niñita en el dispensario de Pilkhana, Howrah, Calcuta, abril 2010