Cada uno de nosotros creamos nuestro pensamiento y con ello nuestro mundo.
Así como pensamos, así somos.
Algunos ya han alcanzado el estado de armonía, de comunión: han visto y ven otras cosas. Trabajan de otro modo en la tierra.
La mayoría de la humanidad, sin embargo, estamos todavía inmersos en el maya, chapoteando en la ignorancia, confundiendo lo real y lo irreal.
En nuestro interior podemos ser creadores de uno u otro mundo.
Como en tantas cosas en la vida, hay que elegir. Y ésta es la elección más importante.
Intentar unirnos a los que ya han alcanzado la comunión, o seguir en la ignorancia, chapoteando: es una elección personal.
«El tiempo ha llegado. El Reino de Dios está cerca», decía Jesús. Muchos observarán que han pasado dos mil años desde que pronunció estas palabras y que el Reino de Dios todavía está muy lejos: ¡la tierra sigue siendo el lugar de tantas desgracias, miserias, hambrunas y guerras! ¿Entonces, cómo comprender esta profecía? Por medio de su enseñanza Jesús estableció las bases del Reino de Dios. Para aquellos que lo han comprendido ya ha venido. Sí, en el alma y en el corazón de aquellos que están suficientemente preparados para que se instale en él, de aquellos que eran capaces de aceptar y aplicar su enseñanza de amor, ya ha venido. Para otros, está cercano, está llegando. Y para una tercera categoría, vendrá ¡no se sabe cuando! Así pues ya ha venido, viene y vendrá las tres afirmaciones son igualmente verídicas.
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos. Ediciones Prosveta. Foto: monolito en el desierto de Akkakus, Libia, diciembre 2006. Autor: Jonás Cruces