El mundo nos habla de muchas maneras.
Hay un nivel de consciencia en la superficie de las cosas y de las personas: no es muy elevado.
Cuando estamos atentos podemos ir más allá de la superficie, hacia la esencia.
Cada peldaño de atención consciente nos permitirá ver más y más.
Ya existe otra realidad, está aquí, delante nuestro.
Pero los ojos necesitan el entrenamiento preciso para ver esa otra realidad.
La piedra preciosa tiene un brillo distinto al de la bisutería.
Llevamos ya mucho tiempo caminando, todos nosotros.
Se entiende que el cansancio nos afecte. Pero no deberíamos perder mucho más tiempo en las bisuterías de la vida.
Los humanos se pasean por los caminos de la vida como recipientes vacíos que esperan ser llenados. Pero ¿para qué esperar? Cada ser, cada objeto que encuentran posee unas virtudes particulares. Si aprenden a reconocerlas, no se sentirán nunca más ni vacíos ni solos.
Todo lo que existe en la tierra y en el cielo puede aportaros algo bueno. Pero recibir depende de vosotros; para recibir hay que ser conscientes y abrirse. Si pasáis por la vida no sólo con los ojos y los oídos cerrados, sino principalmente con el corazón y el intelecto parapetados, evidentemente permaneceréis en la soledad y la pobreza. Pero abríos y sabréis que todo puede llegar a convertirse en un alimento para vuestra vida interior.
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). “Pensamientos cotidianos”, Editorial Prosveta. Imagen: Camino de Santiago, saliendo de Los Arcos, 20 julio 2012