Hay momentos en que recibimos visitas sagradas, inesperadas.

El silencio tras la primera nieve, la expresión de un rostro, la comunión con una persona, los colores del cielo al amanecer.

Son momentos que nos transportan desde nuestra dimensión humana a otro lugar, aunque sea fugazmente.

En ese lugar no hay conflicto, lucha, deseo, intelecto. Hay aceptación, comunión, armonía. Hay silencio.

Cuando cuidamos el jardín, la belleza externa se manifiesta, plena.

Y cuando el jardín interno está cuidado, las condiciones son favorables para esas visitas. Hay un destello aquí, otro allá.

Las montañas, los árboles, perduran cientos de años. Nuestras vidas en cambio son muy breves y se consumen casi sin tiempo a nada, casi sin tiempo a profundizar en esas presencias y en esas visitas. Se nos van los días y los años en el conflicto unos con otros.

En momentos puntuales algo se ilumina en nosotros, pero si estamos distraídos la chispa será solo fugaz.

Pero si estamos atentos la chispa se hará llama, y esa llama nos calentará y también, a través nuestro, a nuestros hermanos.

Durante vuestras actividades diarias, puede ocurrir que sintáis que algo se ilumina de repente en vosotros, algo que da a vuestra existencia unas dimensiones más vastas y que os ayuda a perseverar en el camino espiritual en el que os habéis comprometido. Esta sensación no os engaña: os dice que estáis recibiendo la visita de entidades angelicales.

Aunque tales visitas sean inesperadas, esto no significa que las entidades angelicales se dirijan indistintamente a cualquier parte y hacia cualquier persona. Aunque están dispuestas a proporcionar ayuda, socorro y alegría a todos los humanos, visitan preferentemente a las criaturas que les preparan condiciones favorables. El Maestro Peter Deunov decía: «Cada idea divina en la que creéis, está sostenida por espíritus luminosos del mundo invisible. Cada uno os da su apoyo, cada uno os da un impulso para la realización de esta idea.»»

Omraam Mikhäel Aïvanhov,  Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Óleo de Dora Gil: “Nutrirse de luz” http://www.doragil.com