El pensamiento de hoy es muy apropiado para nuestra forma de vida actual, en la que muchas veces corremos de un lado a otro sin propósito.
Muchas de nuestras actividades, lejos de procurarnos paz y armonía, nos generan desajuste y agotamiento físico y mental.
Nos habla Aïvanhov de eliminar todo lo que dificulta y debilita nuestra vida, para purificarla y santificarla.
Con toda probabilidad responderemos que es imposible salir del engranaje del que somos parte.
Sin embargo, es posible prescindir de lo superfluo, de lo que drena nuestra energía vital, de reducir los grandes escapes de energía.
El exceso de comida, de conversaciones banales, de reuniones futiles, de actividades empobrecedoras, de televisión: nos restan una energía preciosa que podría dedicarse a purificar y santificar la vida.
Nadie lo hará por nosotros, y así se nos pasarán treinta, cuarenta o cincuenta años hasta que un día reparemos en ello y ya sea demasiado tarde.
Si: reducir lo superfluo para encontrar más tiempo para lo importante y para conectarse cada día muchas veces con lo Superior.
Concentrar la energía en lo Superior, en lo noble: eso es lo que pide nuestra alma y nuestro espíritu.
El ahorro de sus energías… Si hay una cosa que los humanos raramente toman en consideración, es esto. Tanto si trabajan como si se divierten, derrochan sin apreciar sus energías, y mientras acumulan a diestro y siniestro posesiones, éxitos y placeres irrisorios, su vida se debilita y periclita. ¿De qué sirve la vida, piensan ellos, si no es para satisfacer todas las codicias? Y así exprimen y exprimen, y cuando ya no queda nada, se ven obligados a abandonar bruscamente todas sus actividades. No tiene ningún sentido actuar así. Porque si el hombre pierde la vida, ya no le queda nada. Los sabios han considerado siempre la vida como la cosa esencial, y es por ello que enseñan: preservad vuestra vida, purificadla, santificadla, eliminad todo lo que la dificulta o la debilita, porque enseguida, gracias a esta vida ennoblecida, iluminada, obtendréis la inteligencia, la belleza, la fuerza, el poder… todo lo que pide vuestra alma y vuestro espíritu.
Omraam Mikhäel Aïvanhov, “Pensamientos cotidianos”, Editorial Prosveta. Imagen: Óleo de Dora Gil: “Solo luz” http://www.doragil.com