«El reconocimiento, la gratitud son fuerzas que desintoxican el organismo, neutralizan los venenos y renuevan los materiales. Así pues, aprended a dar las gracias. Cada día, varias veces al día, repetid: «Gracias, gracias, gracias, gracias, gracias…»

¿Por qué los humanos son tan ingratos? Ingratos hacia el Creador, ingratos hacia toda la naturaleza, ingratos entre sí… Sólo recuerdan de su existencia diaria lo que les falta o les ha disgustado y entonces no ven que haya razón alguna para dar las gracias. Y sin embargo, es al contrario, hay mucho que agradecer. El discípulo que quiere avanzar por el camino de la evolución debe aprender el agradecimiento, porque gracias a él un día obtendrá la llave de la transformación de la materia. Tratad de comprender bien esto: si sabéis dar las gracias, la naturaleza de los elementos que entran en la composición de vuestra materia será diferente, más sensible, más sutil, más resistente, y sentiréis que vuestros órganos psíquicos e incluso físicos realizan un mejor trabajo.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Foncebadón (Camino de Santiago, León). 15 de febrero de 2016 (cortesía de El Trasgu de Foncebadón).