Podemos colaborar en una tarea, con humildad pero con convencimiento.

Esa tarea es traer el reino de Dios a la tierra, en cada pequeño acto, uno tras otro.

Significa hacer las cosas con amor, con mimo.

Significa recuperar lo sagrado de los intercambios, para que sean nobles y puros.

Se nos dice que somos hijos, que somos amados hijos.

El Mundo Aquel, que es el mundo sutil, se abre poco a poco a los limpios de corazón, también aquí en la tierra.

En ese mundo hay esplendor sin límite porque somos uno con el Logos.

Y ese mundo está aquí.

Hijos míos, hijos míos, mis amados hijos:
No penséis que Nuestra Comunidad está oculta de la humanidad por muros impenetrables.
Las nieves del Himalaya que Nos ocultan, no son obstáculos para los verdaderos buscadores, sino sólo para los curiosos.
Tened presente la diferencia entre el buscador y el investigador adusto y escéptico.
Estad inmersos en Nuestra labor; y Yo os conduciré por el sendero hacia el Mundo Aquel.

Las hojas del jardín de Morya, sutra 313, 1924 Agni Yoga Society, Nueva York. Foto: piececito de un niño en el dispensario de Pilkhana, Howrah, Bengala Occidental, marzo 2010.