Podemos vivir la vida de la ignorancia o la del conocimiento.
Cuando estamos en la ignorancia damos la espalda a nuestra realidad, y nos identificamos con el maya que nos rodea, con lo que no somos. La vida transcurre en ese plano como un torbellino, y está fuera de nuestro control.
Es frecuente la expresión en este caso de que la vida nos vive en vez de nosotros vivir la vida.
Cuando empezamos a vislumbrar el conocimiento, el velo de la ignorancia va levantándose poco a poco, y con él el de los miedos.
Recuperamos entonces nuestro lugar en el universo, y reivindicamos nuestra conexión con lo divino. Desde esa conexión, fuertes y poderosas corrientes nos llegan de contínuo. Una presencia camina a nuestro lado. Sentimos su amparo amoroso, protector.
Sentimos el escudo protector, que ya es el cielo encima de nuestras cabezas y más allá del cielo es el cosmos.
Nos amparan. Los Portales predestinados nos aguardan.
Educad a otros mediante el ejemplo de las acciones manifestadas,
mas no condenéis a aquellos que aún están en la oscuridad.
Muchos hay aún ignorantes – perdonadlos,
porque sus espíritus dormitan.
Nada os atemorizará –
los Portales predestinados os aguardan.
Desdeñad la cobardía – Yo amparo a los intrépidos.
Las hojas del Jardín de Morya, I, La Llamada, sutra 26. Agni Yoga Society, N. York (www.agniyoga.org). Foto: Otoño en Asturias, cortesía de Xana