El mundo está hambriento de verdad y de amor.
Pasará todavía mucho tempo antes de que sean la norma habitual de comportamiento de los seres humanos.
Ante esta realidad tenemos dos opciones:
La primera es vivir con la corriente, esto es, vivir la verdad y el amor intermitentemente, a elección y conveniencia, a ráfagas.
La otra es instaurar la verdad y el amor como nuestra forma de sentir y de actuar permanente.
{jcomments on}Los que elijan la primera opción vivirán una vida prosaica, con cierto avance si las ráfagas de amor son mayores que las de odio o indiferencia. Pero avance lento.
Los que elijan la segunda se encontrarán con piedras preciosas en el camino.
Vivirán una vida sublime y se encontrarán con el Uno en todo.
Andarán al lado de Jesús: ¡Qué privilegio y que gozo!
Imagen: bajada al valle en Bhutan, 13 mayo 2010