Hoy el pensamiento nos llama a trascender, a trascendernos.

Pasamos mucho tiempo pensando en nosotros, en nuestras cosas grandes o pequeñas.

Y con frecuencia estas cosas grandes o pequeñas son lo único que parece importar en la vida.

Pero más allá de nosotros hay un universo, hay otros reinos, existe la vastedad de otro horizonte.

Tenemos realmente muy poco tiempo en esta vida tan breve para ese trascender. Y no podemos perderlo en pequeñeces, en miserias, en disputas, en odios.

Hay que mirar arriba, intentar contactar ya esos reinos. Es tarea urgente, antes de que se nos pase tan fugazmente esta vida.

Porque la mirada a los astros de las que nos habla Aïvanhov en estas horas del alba es también, y sobre todo, la mirada y el abrazo al hermano.

La existencia personal es algo minúsculo, ¿por qué hacer de ella el centro de nuestras preocupaciones?… ¿Qué son vuestros pequeños problemas en comparación con la inmensidad, la riqueza de esta vida que os ofrece una enseñanza espiritual? Si mantenéis siempre vuestra mirada en vosotros mismos, sobre lo que os gusta o disgusta, sobre lo que os conviene o no os conviene de los demás, nunca os pondréis verdaderamente a trabajar y permaneceréis sumergido debajo de un montón de cosas insignificantes, mientras el espacio infinito se abre ante vosotros.

Dejad de girar alrededor de vosotros, de vuestro consorte, de vuestros hijos, de vuestros parientes, de vuestros vecinos… ¿Creéis que los astros fijan su mirada en vuestra vida familiar o social? Sois vosotros quienes debéis volver vuestra mirada hacia los astros y todo el mundo saldrá ganando.

Omraam Mikhäel Aïvanhov,  Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: jardín de infancia del dispensario de Pilkhana, del programa Colores de Calcuta