Estos niños de Katmandú el viernes pasado nos traen su alegría.

Hablamos aquí de la alegría del alma, que se manifiesta cuando somos puros y verdaderos.

Cuando esa alegría se manifiesta no hay barreras, ni obstáculos, ni limitaciones.


La alegría de la personalidad está condicionada por los estímulos externos.

Pero la alegría del alma es un estado de contento interior, desde el que el otro ya no es el otro.

La sencillez, la honestidad, la limpieza mental, todo ello invita a esta alegría profunda a anidar en nosotros.

El artificio, la mentira, el mal pensamiento, la ahuyentan, la marchitan, la matan.

¡Que nuestra vida refleje esa alegría!

Foto: niños en Katmandú el 30-11-13 (autor: Transhimalayan heritage)