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Nos convocan a mantener la llama encendida. Para una gran tarea.
Podemos acurdir a la convocatoria, pero también ignorarla.
Cuando acudimos a la convocatoria, las corrientes de energía sutiles nos acompañan.
Los amaneceres son entonces distintos, y la vida toda nos habla. Estamos vivos, pero vivos de verdad. Y el aire que respiramos sabe dulce.
Cuando elegimos no acudir a la convocatoria, seguimos vivos pero en un nivel inferior. El maya nos envuelve. Le llamamos también vida pero más bien es subsistencia, infravida.
He divisado un estandarte en el camino. Con mucha alegría le sigo. Intento que el amor habite en mí.
Te he convocado para una gran tarea.
El Instructor te ha confiado su consecución.
La fuerza necesaria para seguirme te es conferida.
Flechas, escudos, espadas has recibido,
y con Mi Yelmo cubriré tu cabeza.
Combate en Mi Nombre, que el amor habite contigo.
La promesa se cumplirá a su debido tiempo.
El Instructor te ha confiado su consecución.
La fuerza necesaria para seguirme te es conferida.
Flechas, escudos, espadas has recibido,
y con Mi Yelmo cubriré tu cabeza.
Combate en Mi Nombre, que el amor habite contigo.
La promesa se cumplirá a su debido tiempo.
Mantén la llama encendida – Yo instruyo.
Las hojas del Jardín de Morya, I, La Llamada, sutra 95. Agni Yoga Society, N. York (www.agniyoga.org). Foto: Otoño en Asturias, cortesía de Xana