«En vuestras relaciones con vuestro entorno, buscad siempre la vida, la vida que os enriquecerá y os embellecerá a unos y a otros. Pero para ello no hay que ser negligente ni perezoso, sino aceptar que hay que hacer ejercicios. ¿Qué ejercicios?
Cada día tenéis toda clase de ocasiones para irritaros por el comportamiento de los demás; la menor contrariedad, la menor palabra hiriente toma proporciones gigantescas y ya no conseguís olvidar. Por el contrario, apenas prestáis atención cuando os tratan con gentileza y amabilidad: pensáis que tenéis derecho a que se os trate con amistad e inmediatamente lo olvidáis. Sin embargo, es esto justamente lo que no hay que olvidar. Debéis amplificar incluso cada cosa buena, asociándola no solamente a todo lo bueno que viene de los demás, sino también a todo lo que existe de bueno en el mundo. La verdadera fraternidad comienza en el momento en el que comprendéis cómo vuestra vida puede enriquecerse con la vida de todos.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: escena en la Sierra de Madrid, 31 enero 2016 (Violeta Arribas)