Hoy se nos manda la fragancia de las montañas del Tibet.
Se nos recuerda el espíritu puro, que es la nueva religión.
Siendo puros de corazón podemos aproximarnos a otras alturas.
Podremos portar piedras preciosas, crear armonía en la vida, trabajar en ese milagro.
Buscando cada día ese encuentro con lo incondicionado que reside dentro de nosotros.
No tiene a cuenta perder tanto tiempo y energía en el ruido, en lo mezquino.
Una vez que la fragancia nos llega, todo cambia.
Caminantes, mirad a lo alto.
Aprended a aproximaros a Nuestras Alturas puros de corazón.
Nuestro Rayo brillará sobre vosotros y exaltará vuestra vida cotidiana.
Acarreáis piedras para erigir Mi nuevo Templo.
Enseñad a otros Mi Palabra, y la sabiduría florecerá;
Y será edificado un nuevo Templo.
No Me consideréis un mago; mas no obstante, puedo guiaros en el ascenso de la escala de la Belleza, solo vislumbrada en sueños.
Haciéndoos llegar la fragancia de las montañas del Tibet;
Nosotros traemos a la humanidad el mensaje de una nueva Religión, la del espíritu puro.
Se acerca; y vosotros, unidos aquí en búsqueda de luz, portáis la piedra preciosa.
A vosotros os es revelado el milagro de crear armonía en la vida.
Ello revelará al mundo una nueva Enseñanza.
Las hojas del jardín de Morya, sutra 43, 1924 Agni Yoga Society, Nueva York. Ilustración: “Tibet. Himalayas”, de Nicholeas Roerich (1933)