Los seres humanos anhelamos la  armonía y la luz, pero mucho de lo que pensamos y de lo que hacemos va en dirección opuesta.

Inevitablemente llegan las crisis, donde percibimos que nuestros tres cuerpos (físico, emocional y mental) están deteriorados y marchitos.

La crisis es siempre un momento crítico para continuar por la pendiente cuesta abajo o para utilizar los recursos internos y externos para subir a otro plano.

Lo cierto es que puede haber paz y silencio en este mundo convulso, y son antesalas de esa armonía y luz que nos parecen tan inalcanzables.

“Cerrad los ojos para entrar en vosotros mismos”, se nos dice…

… para encontrar ese centro divino que es fuente de vida, para encontrarnos a nosotros.

En la respiración, en la alimentación pausada, en el hábito de sonreír cuando estamos solos y acompañados, en el pensamiento puro y limpio, en el pensamiento amable y amoroso, en ese cerrar los ojos para entrar en nosotros mismos están todos los fármacos necesarios para fortalecernos e inspirarnos.

La armonía y la luz nos llaman, a pesar de todo, a pesar nuestro.

«De vez en cuando, deteneos, cerrad los ojos, entrad en vosotros mismos, y tratad de volver a encontrar el centro divino que es la fuente pura de la vida. Cuando los abráis de nuevo, os sentiréis sosegados.

Abrir y cerrar los ojos, ni siquiera podríamos contar cuántas veces por día hacemos estos movimientos, pero los hacemos inconscientemente y por eso no nos producen ningún beneficio. Así pues, ahí tenéis ahora un ejercicio que os será muy beneficioso si aprendéis a hacerlo conscientemente. Cerrad los ojos lentamente y mantenedlos cerrados durante un momento… Después abridlos de nuevo, lentamente, y estudiad los cambios que se producen en vosotros… Poco a poco, llegaréis a comprender cómo esta alternancia de abrir y cerrar los ojos tiene su correspondencia en la vida psíquica: abrir los ojos, es ir hacia el mundo exterior, la animación, la acción; cerrarlos, es volver hacia el centro de vuestro ser, que es paz y silencio. Cuando hayáis logrado alcanzar este centro en vosotros, sentiréis afluir unas corrientes que os aportarán el equilibrio, la armonía y la luz.»

Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86),  “Pensamientos cotidianos”, Editorial Prosveta. Imagen: anochecer en Antigüedad (Palencia), 30 junio 2015 (Marga Lamoca)