Los humanos quisiéramos poder hacer milagros: salvar a los enfermos, vivificar a los que sufren, ayudar a los necesitados.

Algunos de estos milagros son posibles, otros no.

Pero hay un milagro siempre a nuestro alcance: el respeto y el amor que podemos profesarnos unos por otros mientras estemos en vida, en este mundo, en estos muy breves años.

El budismo nos habla del regalo que es la preciosa forma humana: que nos permite ser conscientes y amar.

Podemos dilapidar esa forma humana en los muchos basureros que los hombres hemos fabricado.

Pero también podemos dignificarla para intentar elevarnos hacia el milagro del amor. Y, como dice el mantram, “tratar de amar y no odiar”.

Ese es el único milagro que está a nuestro alcance. Y a partir de él todos los demás seguirán, como las cuentas de un rosario.

Foto: pasajeros en un motocarro, Ahmedabad, Gujarat, India, 3 mayo 2009