Hoy se nos habla de comer en armonía y en paz.
Bellamente, Thich Nhat Hahn explica que cuando comemos podemos llevar nuestra consciencia hasta la semilla y ser uno con el cosmos.
Desde la semilla podemos recrear la tierra, el sol, la lluvia, las noches con sus estrellas, los días que la hacen crecer…
…el esfuerzo humano que la prepara para que llegue a nosotros y nos nutra, nos de vida…
Comer en consciencia es la base de la salud. Y cuando prevalece la armonía , los alimentos se impregnan de esa armonía y nos alimentan con su quintaesencia. Pero cuando comemos en desorden psíquico y físico, los alimentos también se impregnan de ese desorden…
Así pues, cada día tenemos tres maravillosas oportunidades para ser uno con el cosmos, para agradecer, para transformarnos.
«Es importante, evidentemente, escoger un alimento sano y hacer comidas equilibradas, pero el estado en el que comemos es todavía más importante: cuando no tomamos ciertas precauciones, podemos envenenarnos con la mejor de las comidas. Si coméis perturbados, irritados, o en otros estados negativos, impregnáis los alimentos con los venenos producidos por tales estados, y estos venenos van a difundirse por todo vuestro organismo. Lo inverso también es cierto: los alimentos se impregnan con los buenos pensamientos y los buenos sentimientos que podéis tener cuando coméis, y os alimentan con su quintaesencia.
Es normal que estéis momentáneamente perturbados e irritados por ciertos acontecimientos; pero entonces, aunque sea la hora de comer, esperad un poco hasta que hayáis recobrado la paz. Si no os es posible esperad, si vuestras ocupaciones os obligan a comer justo en ese momento, haced por lo menos el esfuerzo de concentraros en el alimento impregnándolo con vuestro respeto y con vuestra gratitud: al penetrar en vosotros, estos sentimientos, de los que el alimento será el soporte, transformarán vuestros estados negativos.»
Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86), “Pensamientos cotidianos”, Editorial Prosveta. Imagen: el lago de Pokhara en Nepal, abril 2014