El inspirador pensamiento de hoy, de realización tan aparentemente lejana, nos da pie para hablar de los intercambios.

¿Qué significa intercambiar partículas de luz? ¿Podemos hacerlo desde nuestro actual estado de evolución? ¿Contamos con el vehículo adecuado?

Un porcentaje muy elevado de nuestros intercambios es de muy baja calidad.

Para elevar la calidad del intercambio necesitamos introducir la mayor pureza en nosotros. Y éste es un objetivo en el que ya podemos trabajar, a pesar de la contaminación a nuestro alrededor y la nuestra propia.

Desde ese trabajo con la pureza, poco a poco nuestra materia se irá transformando, sutil, lentamente.

Y desde esa transformación, que hará más y más presente el alma, miraremos al otro en su un alma, y entonces los intercambios serán de alma a alma.

Diremos cabizbajos que falta mucho tiempo para que los humanos nos demos el cielo con la mirada, o diremos también que es tarea imposible.

Pero algunos ya lo hacen: algunas madres con sus niños, los que se dan sin pensar en si mismos, los grandes seres que nos han precedido.

Ellos nos dicen que también nosotros podemos hacerlo.

Por eso es tiempo de empezar a trabajar hacia el amor verdadero sin ni siquiera mencionar la mancillada palabra del amor.

Hay una vibración que puede dominar la materia, y que espera ser activada en nuestro interior.

El amor verdadero es una manifestación de Dios mismo, de su inmensidad, de su omnipotencia. Para alcanzar este amor, esta fuerza, esta vibración que domina la materia, debéis esforzaros en no intercambiar más que partículas de luz con el ser al que amáis. Cuando dos personas sienten mutuamente un amor muy elevado, se aman por su alma, por su espíritu, les basta con una mirada para maravillarse, extasiarse.

Se dice en la Ciencia iniciática que, en un futuro lejano, cuando un hombre y una mujer quieran engendrar un niño, simplemente se abrazarán, se mirarán como si quisieran darse el cielo, y sus pensamientos estarán tan concentrados, su amor será tan intenso, que un espíritu vendrá poco tiempo después a encarnarse en ellos: su cuerpo estará formado de partículas puras y luminosas que le darán sus padres con sus solas emanaciones. Se trata evidentemente de un futuro muy lejano. Pero esta evolución entra en los proyectos de la Inteligencia cósmica.

Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86),  “Pensamientos cotidianos”, Editorial Prosveta. Imagen: niña en la sala de espera del dispensario médico de Pilkhana, India, 3 febrero 2012, foto de Olga María Diego<http://www.OMDphotography.com>