Nuestra vida está durante mucho tiempo encerrada en lo limitado, en lo próximo, en lo finito.

Las fronteras, además de físicas, son sobre todo psíquicas.

Un día, al contemplar las lejanas nubes en el cielo, dejamos que nuestra mente  viaje más allá de esas fronteras.

Imaginamos otras relaciones entre las personas sin barreras ni cárceles. Soñamos una hermandad.

En esa visión, en esa ensoñación, empezamos a comprender otros conceptos.

Las barreras van cayendo y ante nosotros se abre el infinito, en el que nuestro ser se expande más allá de esta vida.

“Abrazad el infinito y vuestra alegría también será infinita”, se nos dice hoy.

El horizonte se abre ante nosotros.

¡Lo que es magnífico con la Ciencia iniciática, es que no se tiene ninguna esperanza de llegar hasta el final! En efecto, esto es exultante: saber que nunca se acabará. Desgraciadamente, para algunos, se produce lo contrario. Se dicen: «Es demasiado tiempo, los resultados tardan demasiado, abandono». Y eligen un objetivo que sea posible alcanzar en algunos años. Lo alcanzan, se sienten felices, lograron obtener lo que deseaban; pero muy pronto se dan cuenta que, ellos también, están «acabados», muertos, enterrados,… ¡porque fueron en busca de algo que acaba!

Sólo aquellos que comprendieron que deben buscar el infinito, lo ilimitado, lo que está más allá del tiempo y del espacio, se sienten vivos, porque la vida verdadera, es la inmensidad, la eternidad. No os refugiéis pues en lo que es accesible, limitado: abrazad el infinito y vuestra alegría también será infinita. Os traerá la felicidad, la luz, la fuerza, la expansión de todo vuestro ser.

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos. www.prosveta.es. Imagen: pintura de Nicholas Roerich: Voice of Mongolia, 1937