
Durante mucho tiempo hemos pensado solo en tomar. Es un patrón de comportamiento muy arraigado, que traemos de muy lejos. Tomar, poseer. Es la gran trampa del materialismo.
Una parte de la humanidad empieza a despertar al dar. Los que dan y, sobre todo, los que se dan, miran de frente, tienen un brillo distinto en los ojos. Están vivos. Los que solo saben tomar tienen la mirada esquinada. Son, figuradamente, estatuas de sal.
Todas las tradiciones espirituales hablan del dar como uno de los mayores secretos para traspasar ciertas puertas. “Da la riqueza de tu corazón”, nos dice el pensamiento de hoy.
Los mensajes ya están dados, y es tiempo de asumir nuestra responsabilidad.
Tenemos libre albedrío, y tenemos que elegir.
“La vida es reciprocidad. Según uno da, así recibe. Quien recibe afecto y respeto es aquel que los da. No esperes a que te pidan. Adelántate y da. Da con amor y gozo. Da, da, da. Da la riqueza de tu corazón. Da tu riqueza espiritual”
(Swami Sivananda 1887-1963, en “Iluminación”. Foto: Javier León con los niños de Zway.Etiopía, octubre 2009, autor Koldo Aldai)