Todos en nuestra vida hemos pronunciado palabras vivificadoras y también destructivas.

Es frecuente pensar: “no debí pronunciar esas palabras”.

La vida siempre nos da oportunidades para empezar de nuevo, a pesar de las caídas y de las recaídas.

Un propósito para hoy es utilizar la palabra solo de modo benéfico, para crear esas ondas de las que habla el pensamiento.

Cuando el estado interior es de armonía, de pureza y de luz, nuestras palabras inevitablemente lo reflejarán.

El silencio mental y físico ayuda a propiciar ese estado.

En la palabra tenemos un maravilloso instrumento para construir armonía.

Los que lo aprovechen serán en realidad magos.

Así como el viento transporta las semillas y las siembra muy lejos, también nuestras buenas palabras vuelan y producen lejos de nuestros ojos resultados magníficos. Si aprendéis a dominar vuestros pensamientos y vuestros sentimientos, a poneros en un estado de armonía, de pureza, de luz, vuestra palabra producirá ondas que actuarán benéficamente sobre toda la naturaleza.

Omraam Mikhäel Aïvanhov,  Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Hablando a las madres en el dispensario de Pilkhana, del programa Colores de Calcuta de Fundación Ananta