Se nos recuerda hoy el poder del agradecimiento, que es una fuerza renovadora.

Cada uno tendemos nuestra pequeña o gran lista de agradecimientos.

La lista, según nuestra consciencia va despertando, es cada vez más larga.

El trabajo por delante es el de espiritualizar la materia, y el agradecimiento es un instrumento muy poderoso para ello.

Los humanos somos ingratos, se nos dice.


Y sin embargo, cuando el agradecimiento impregna nuestras células, nuestra naturaleza será “más sensible, más sutil, más resistente”.

El sol, el alimento, el descanso, la compañía, el canto de los pájaros, la comunión…. La lista para dar gracias es infinita.

El milagro de la vida nos llama.

El reconocimiento, la gratitud son fuerzas que desintoxican el organismo, neutralizan los venenos y renuevan los materiales. Así pues, aprended a dar las gracias. Cada día, varias veces al día, repetid: «Gracias, gracias, gracias, gracias, gracias…»

¿Por qué los humanos son tan ingratos? Ingratos hacia el Creador, ingratos hacia toda la naturaleza, ingratos entre sí… Sólo recuerdan de su existencia diaria lo que les falta o les ha disgustado y entonces no ven que haya razón alguna para dar las gracias. Y sin embargo, es al contrario, hay mucho que agradecer. El discípulo que quiere avanzar por el camino de la evolución debe aprender el agradecimiento, porque gracias a él un día obtendrá la llave de la transformación de la materia. Tratad de comprender bien esto: si sabéis dar las gracias, la naturaleza de los elementos que entran en la composición de vuestra materia será diferente, más sensible, más sutil, más resistente, y sentiréis que vuestros órganos psíquicos e incluso físicos realizan un mejor trabajo.

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). “Pensamientos cotidianos”, Editorial Prosveta.  Imagen: Camino de Santiago, Rio Ega, Estella, 18 julio 2012