En nuestro interior puede vivir una energía muy elevada.

Esta energía puede estar presente solo esporádicamente o visitarnos con mayor frecuencia.

Para que nos visite, para que se instale en nosotros, hay que hacer un espacio porque la energía no vendrá si dentro hay ruido, desorden, suciedad.

Cuando dentro hacemos el orden necesario, la energía viene, plena, gozosa. Y nos llena de plenitud y gozo.

Nos riega por dentro y el desierto de la vida se convierte en vergel.

Y entonces comienza la vida, la compresión, la curación, la compasión…

Y entonces damos gracias.

El primer milagro engendrado por la Plena Consciencia es vuestra propia presencia, vuestra presencia real. Y, con esta energía que os habita, os volvéis plenamente vivos. Cuando la energía de la Plena Consciencia os habita, el Buda os habita. La energía de la Plena Consciencia es la energía de Buda. Es equivalente al Espíritu Santo. Y allí donde está el Espíritu Santo, está también la compresión, la vida, la curación, la compasión.

Thich Nhat Hanh; “Toucher la vie”, página 51, Editions Dangles, 2001. Foto: fiesta de fin de curso en Anand Bhavan (la casa de la alegría), Howrah, India, 24 abril 2010