Nos dice Aïvanhov que todo lo que termina mal influye en los encuentros y las empresas futuras.

Con gran frecuencia los seres humanos permitimos que nuestras relaciones con otras personas terminen en conflicto.

Abandonamos un vínculo pegando un portazo o sin cumplir nuestros compromisos, pensando que ya nadie puede pedirnos cuentas.

Pero para empezar cualquier nueva empresa es preciso que todo lo previo haya sido cerrado en orden y armonía.

Es ésta una ley oculta que se vulnera millones de veces todos los días.

Es muy importante concluir bien las cosas, liquidando hasta la ultima deuda y sin traicionar ni despreciar al que en su día nos dio su confianza.

Y en aquellas situaciones en las que hemos concluido en conflicto, todavía estamos a tiempo de reparar en esta vida, con la mayor humildad.

Todo debe quedar reparado en el camino de regreso, que es el de la liberación, y no hay escapatoria a esta reparación necesaria.

Se nos pide que seamos vigilantes, y que nada termine en enfrentamiento.

Si pudiésemos ver un poco más allá de nuestra vestidura terrena, nos sorprendería nuestra ignorancia.

Pero las reglas de la sabiduría están bien escritas.

En todo lo que emprendáis, tratad de empezar bien, porque el desarrollo de un proceso depende de su comienzo. Pero para dar un buen comienzo, es preciso haber terminado correctamente lo que le precede. Esta regla tiene una aplicación en todos los ámbitos. Cuando empezáis un trabajo, tratad de mantener hasta el final la misma atención, el mismo cuidado. Y cuando entabláis nuevas amistades, nuevas relaciones, aquí también, sed vigilantes, para que lo que ha comenzado con sonrisas, palabras cálidas, regalos y besos, no termine con enfrentamientos. Porque todo lo que termina mal, influye en los encuentros y las empresas futuras.

Omraam Mikhäel Aïvanhov,  Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Óleo de Dora Gil: “Unicornis hortus” http://www.doragil.com