La Humanidad ha avanzado en muchos frentes, pero en otros el progreso es mínimo.

El Cristo entregó la vida en la tierra para enseñarnos ciertas lecciones que todos más o menos admitimos en un momento de la vida pero que ignoramos la mayoría del tiempo.

Se dejó la vida en la cruz después de ser machacado a latigazos e insultos.

Y nosotros elegimos seguir ignorando ese sacrificio y traicionando y traicionándonos.

La llamada es urgente para que cambiemos, para que recuperemos la dignidad.

Y cada vez hay más seres humanos peleando por recuperar la dignidad perdida.

El segundo postulado fundamental fue enunciado por el Cristo cuando dijo: «Ama a tu prójimo como a ti mismo». Hemos prestado poca atención hasta ahora a este enunciado. Nos amamos a nosotros mismos y tratamos de amar a las personas que nos gustan. Pero amar en forma universal y amar al prójimo, porque es un alma como nosotros, de naturaleza esencialmente perfecta y con un infinito destino, ha sido siempre considerado como un hermoso sueño a realizarse en un futuro tan remoto y en un cielo tan lejano que es mejor olvidarlo….Sin embargo, todavía luchamos y odiamos y utilizamos nuestros poderes para fines egoístas, nuestros cuerpos y apetitos para placeres materiales, y nuestros esfuerzos para vivir van dirigidos conjuntamente hacia fines egoístas personales. ¿Han considerado lo que sería el mundo de hoy si los hombres hubieran escuchado las palabras del Cristo y hubiesen tratado de obedecer su mandato?

Tratado sobre los siete rayos, Psicología Esotérica I, p. 301, 1936, Alice A. Bailey, Lucis Publishing Company, Nueva York. Foto: niños durmiendo en la calle, en Bombay, octubre 2008. Foto de Javier León