Se nos habla de las entidades luminosas que habitan en las altas montañas.

Shamballa en la leyenda y Shangri-la en la ficción se nos sugieren como mundos de luz y propósito en los que todo es puro y noble.

 

Las entidades luminosas aparecen cuando se busca el mundo de la luz.

 

Con frecuencia los seres humanos ensuciamos y desacralizamos la vida, y las entidades desaparecen.

El contacto con esas entidades puede transformar nuestras vidas para hacernos descubrir la otra Vida.

Para ese contacto necesitamos renunciar a nuestra forma más grosera y limpiarnos por dentro.

El símil de la montaña es también aplicable a nuestras ciudades, porque nuestros actos, nuestras palabras y nuestros silencios pueden contribuir a aumentar la cacofonía general, o a la regeneración, a la descontaminación.

Pensamos que tenemos mucho tiempo, pero no es tanto.

«Entidades muy luminosas, muy poderosas habitan las altas montañas; son atraídas por condiciones excepcionales de pureza que reinan en las cimas. Pero no basta con escalar tres o cuatro mil metros para entrar en contacto con estas entidades, pues éstas sólo se revelan a aquellos que se han comprometido con todo su corazón y con toda su alma en el camino de la luz. Muy poca gente sabe aprovechar las condiciones favorables que les ofrece la montaña para su evolución espiritual. Llegan hasta arriba para poder alardear enseguida de sus logros, para divertirse, para hacer ruido; no sienten la presencia de todas las entidades que habitan esas regiones, ni tampoco tienen respeto alguno hacia ellas. Entonces la montaña que es sensible, inteligente, se cierra a ellos. Puede incluso suceder que estas entidades lleguen a abandonar las montañas, hartas de haber sido molestadas por esos animales que todo lo embrutecen: los humanos. Así pues, vosotros, al menos, intentad con vuestra actitud, mostrarles que apreciáis su presencia y su trabajo.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta.  Foto: en el camino al Everest, Nepal, 18 mayo 2004