El pensamiento puro y enfocado ordena todas nuestras células.
En el mundo no hay barreras para la proyección de nuestro pensamiento.
Durante el día hay muchas ocasiones en que podemos elevarlo a las regiones más puras y desde allí difundir amor y luz.
Cada uno de los siete mil millones de seres humanos que poblamos la tierra podríamos así ser faro.
Seríamos instrumento del Divino, trabajando con Él.
La vibración del pensamiento puro no se pierde y regenera al emisor, le limpia por dentro.
Nuestra mirada resucitaría y volveríamos a la Vida.
Esa es la magia posible.
«La vibración de los pensamientos puros puede proyectarse y alcanzar a todo el mundo. Así pues, mi vida puede funcionar como un faro”.
“Sabiduría para el día a día”, Brahma Kumaris. Imagen: pintura de Diane Harvey, Sedona, Arizona, 2011